Uno que se hizo dos, y dos que fueron tres.
Si tú no hubieras nacido, yo estaría muerta.
Yo nací contigo. Antes era otra.
Yo no era yo, dibujaba laberintos de plata en manteles de hojalata.
Si tú no hubieras nacido me habría olvidado de jugar,
me tomaría todo demasiado en serio, atrapada en mi seria identidad.
Si tú no hubieras nacido las puertas de mi pasado se habrían cerrado para siempre.
Nunca más me hubiera podido asomar al patio de mi infancia.
No hubiera podido inventar los cuentos que hubiera querido escuchar
con la oreja pegada a la almohada.
Mis raíces se hubieran secado para siempre.
Estarías... ¿dónde estarías? Muerto, muerta o tal vez en un trozo de nuestra muerte.
Ningún cordón me hubiera atado tanto a tu despertar como al mío.
No me hubiera inventado otras formas de comer, de dormir, de caminar o de respirar.
Si tú no hubieras nacido mi casa no estaría llena de juguetes.
No prestaría atención a sus peligros.
No nos hubiéramos conocido o ni siquiera presentado.
Mis días serían de cristal y de acero inoxidable.
No te habría podido soñar en mis horas de insomnio.
Sería huérfana del sabor maravilloso de tus carcajadas.
Me dijeron que cambiar los pañales sería tedioso,
Me dijeron que despertar una y otra vez por las noches sería un tormento,
Me dijeron que ya no tendría la vida, que no podría hacer mi vida.
Pero lo que nunca me dijeron es que el día que tu naciste nació el mundo, nació el mundo…
pues aquel día volví a la morada de mi madre y de todas las madres de mi madre,
a enamorarme inseparablemente de ti.
Y aquí estoy, mirando tus ojos, felizmente atada a tu vida.
Sé que estás vivo porque yo estoy en un abismo, en las células de tus huellas
Y tú estás ahí, portando las antorchas de tus abuelas.
De acuerdo, bebo hilos, hilos repletos de nudos.
Me como los muros de tu oscuridad.
Para romperme en mil pedazos de firmamento
Si tú no hubieras nacido, yo estaría muerta.
Yo nací contigo. Antes era otra.
Yo no era yo, dibujaba laberintos de plata en manteles de hojalata.
Si tú no hubieras nacido me habría olvidado de jugar,
me tomaría todo demasiado en serio, atrapada en mi seria identidad.
Si tú no hubieras nacido las puertas de mi pasado se habrían cerrado para siempre.
Nunca más me hubiera podido asomar al patio de mi infancia.
No hubiera podido inventar los cuentos que hubiera querido escuchar
con la oreja pegada a la almohada.
Mis raíces se hubieran secado para siempre.
Estarías... ¿dónde estarías? Muerto, muerta o tal vez en un trozo de nuestra muerte.
Ningún cordón me hubiera atado tanto a tu despertar como al mío.
No me hubiera inventado otras formas de comer, de dormir, de caminar o de respirar.
Si tú no hubieras nacido mi casa no estaría llena de juguetes.
No prestaría atención a sus peligros.
No nos hubiéramos conocido o ni siquiera presentado.
Mis días serían de cristal y de acero inoxidable.
No te habría podido soñar en mis horas de insomnio.
Sería huérfana del sabor maravilloso de tus carcajadas.
Me dijeron que cambiar los pañales sería tedioso,
Me dijeron que despertar una y otra vez por las noches sería un tormento,
Me dijeron que ya no tendría la vida, que no podría hacer mi vida.
Pero lo que nunca me dijeron es que el día que tu naciste nació el mundo, nació el mundo…
pues aquel día volví a la morada de mi madre y de todas las madres de mi madre,
a enamorarme inseparablemente de ti.
Y aquí estoy, mirando tus ojos, felizmente atada a tu vida.
Sé que estás vivo porque yo estoy en un abismo, en las células de tus huellas
Y tú estás ahí, portando las antorchas de tus abuelas.
De acuerdo, bebo hilos, hilos repletos de nudos.
Me como los muros de tu oscuridad.
Para romperme en mil pedazos de firmamento
No hay comentarios:
Publicar un comentario